Excitación surgida de un instante no debería permanecer en el olvido, casi siento que estas palabras que ahora te escribo son pequeños gemidos que me arrebatas,
dulces orgasmos contenidos que envuelves con cuidado. Muchos no creerán que sucedió, pensarán que es inventada, pero es...real. Como Tú, como Yo, sintiéndonos en cada frase, conociéndonos sin reservas...El mayor acto de amor que jamás ha existido...

Nuestra Piel, Nuestro Latido ( por Raúl Pérez y Yo)


que terrible ungüento hizo que mi piel se colgara de la tuya, que pócima me hiciste beber, que conjuro me hechizó.... en que momento....incluso antes de conocernos...nuestras pieles se buscaban. Sentimos cómo se llamaban...Nos rozamos, nuestras miradas se tocaron y, bebí de ti....
 Quizás en esas noches nerviosas, revueltas, empapado en sudor... quizás la voz que oí, quizá esa sombra que inquietaba mi sueño... esa música que me embriagaba, ese color cobrizo de fuegos de hogueras calentando grandes hollas, despidiendo olores alucinantes... quizás solo soñé... o tal vez no era un sueño ?...
 Siente.......cómo conseguimos que la realidad, la nuestra, que nosotros creamos, va más allá de un sueño... En esas noches te siento, me uno a ti, mi alma te acompaña y sueño...Tu olor me embriaga, la música me envuelve, la brisa del mar me acompaña y la llama de los deseos crece...Tierra, Aire, Agua y Fuego...
 Hombre, Tierra, Alma. Colores reflejados en mi mente, espiral de sensaciones hipnotizantes. Cuerpos, cuerpos, Aire. Lunas bailando en lo alto del colchón. Ruedo y ruedas como los cantos borrachos del Río. Dónde acaba tu cuerpo?, Dónde empieza el mio?. Y siento, y veo y huelo. Aún mis ojos cerrados estallán en Luz. Eres TÜ, eres TÚ....
 Tú??? Yo???. ...Somos lo mismo...Tú eres un trocito de mi. Estás en mi. Mi cuerpo, hace tiempo que dejó de ser mío. Mi alma prefiere rodar contigo. Perdí la noción de mi cuando me mezclé contigo. No hay fronteras, no hay límite, somos sin fin...por mi, por ti...
 Grandiosa colada, los fuegos sucumben en los hornos altos. Como el acero se fusionan dos almas perseguidas por dos cuerpos mimetizados en uno, camuflaje perfecto de Agua, Calor y Fuego. Ardiente resultado de sueños encontrados, de Noche infita, de Sal, de reflejos de Luna, de manos buscando un lugar donde descansar, lejos de la oscura realidad, entre mi pecho y tus pechos ‎...sólo hay sentimientos, ganas de sensaciones que creímos olvidadas, pero no, solo dormían esperando a ser de nuevo despiertas. Ansias de querer tener dentro de mí el acero de tu lanza, el fuego de tus noches. Que tu cuerpo sepa a la Sal de mi piel. Y nuestra sombra, dos cuerpos encontrados, envidiada por la misma Luna....
 Y el Mar se retira, los cielos se pliegan, la Luz se difunina, la Tierra se abre. Con respeto, con un guiño de complicidad, se esconden, regresan. Mientras dos cuerpos se elevan, flotan y giran. Se empañan en sus propios sonidos, en sus propios olores. Goteo de fluidos descontrolados. Rios. Jadeos, suspiros... susurros imperceptibles, ahogados en su pasión, impredecibles. Y por fin... regresa la Luz. Explosión. Torbellino. Alientos multicolores, descontrolados. Y por fin el relax... el descanso

encantados de conocernos


Quedamos en Madrid. Yo viajaba desde el Mediterráneo, en mi piel el calor del Sol, la sal del mar y las ganas de ti.
Nos veríamos al atardecer en la Puerta del Sol, testigo mudo de tantos hechos históricos. Tomamos unas cañas, nuestras miradas se buscaban... Comenzamos a caminar , nuestros pies nos guiaban, nuestra voz nos acompañaba y nuestras ansias nos empujaban.
En la habitación, Extremoduro era la música ambiental y, abrimos dos cervezas, más. Tu cuerpo me llamaba a gritos, no necesitábamos palabras para sabernos. Mis labios se encontraron con los tuyos, nuestras lenguas se unieron, y así, tus ganas y mis ansias empezaron a ser sólo una. Desnudos en el suelo derramaste burbujas sobre mí, bebiste de mis pezones erectos para ti...y mi cuerpo comenzó a empaparse de ti.
Mis dedos perfilaban tu espalda y mi boca se dirigió a tu polla, quería saborearla, llenarme de ella, de ti. Tu falo ya me esperaba  en lanza. Te succioné a un ritmo acompasado, el que marcaba el latir de nuestros corazones, tu cara reflejaba el deleite que sentías. Tus dedos, ahora en mi clítoris hacían que me estremeciera y necesitara tenerte dentro de mí, completándome, igual que piezas que encajan, sin saberlo.
Mis labios, mi boca, mi lengua continuaban en una labor...disfrutando de tu polla dura y suave...Me encanta!!! Tus labios, tu boca, tu lengua seguían gozando de mí, y yo de ellas.
Explosión de sentidos. Mi cuerpo y tu cuerpo. Mis carnes se abrieron para recibirte fuerte y profundo... Tu lanza de fuego me penetró. Fuertes embestidas nos sacudían, nos estremecían, nos hacían sentir. Nuestras ganas, nuestra necesidad estaban siendo saciadas, colmadas. Yo llena de ti, y tú derramándote en mi para saber que seguimos siendo nosotros.
Fuimos uno, somos uno, una sola ALMA disfrutando del placer de volver a conocernos.

Nocturno


Estás en mí, esta noche, sin posible retorno,
sin un solo recurso que me libre de ti.

Te siento en mi cintura, te siento en mi garganta, donde tiembla tu voz.

Me siguen en la noche tus ojos insondables,
ese infinito océano abismal.

Me envuelve tu silencio, tu  ternura,
tus largos aislamientos, tu tristeza tenaz.

Me salpica la boca el chorro de tu risa,
subes en oleadas  por mi piel.

No puedo defenderme del calor de tus manos,
ni de tu boca triste, ni de tu claridad.

Te siento como un hierro candente en el costado.

Estás entre mis libros, mis antiguos papeles,
la música que amo, en mi viejo reloj.

Te  bebes mis palabras
y todo lo que escribo te transparenta a ti.

Esta noche te siento subir por mi silencio
y siento que ya nada me queda por hablar.

No quiero que me envuelvas, pero tal vez lo quiero.
Tal vez ya no se cómo vivir sin ti.

Estás en mí, esta noche, y ya no me defiendo:
arrásame la vida y déjame morir
Saboréame como golosina pegajosa
toca, roza mis sentidos, mi pudor.
Deleitate como manjar servido, se atrevido...
como conquistador.
Recórreme... con la lengua, con los dientes.
Penétrame... destrozando mis barreras,
húndete en lo profundo de mi cuerpo.
Desviáme del rumbo normal de lo pensado,
y devórame sin dolor...

Tómame


Tus manos se deslizan sobre todo mi cuerpo,
caricias suaves que queman por dentro...
¡explosión electrizante al sentir tus besos!
Tus manos temblorosas me sostienen...
como queriendo beberte el vino más secreto,
de entre mis muslos, de entre mis pechos...
Hasta embriagarte de lujuria y también de sexo...
Sabores desconocidos que tu lengua ha probado
Son sabores exquisitos...
Rodeas mi cintura para seguirme amando…
Penetrando en lo profundo hasta quedar extasiado.
Y al sentir tu cuerpo fundido al mío
deliciosa sensación de llegar al vacío
En donde solo hay placer y eternos gemidos
Pasiones misteriosas que embriagan mis sentidos...
Son nubes grises, oscuras gaviotas del aire,
musas tristes y campanillas roncas las que se mezclan en mi mente; son ansias y deseos muchas veces dormidos que quieren despertar y no les dejo.
Son siempre las mismas nostalgias,
siempre idénticos recuerdos
y un mismo pasado.
Y todo ello agita mi alma
y a todo ello quisiera matar,
mas si lo hiciera yo también moriría
ya que mis nubes grises, mis oscuras gaviotas,
mis ansias y deseos...
forman todo gran parte de mi ser,
un pedazo de mi misma;
al agredirles rompería mi integridad y nada quedaría,
tan solo un ser roto, una mitad...

un ramito de violetas (co-producción de Derto Negrín y Alicia Almenara)


Después de tantos años de matrimonio. El amor y la pasión ya no reinaban en sus corazones, la erosión del tiempo y la bondad de sus corazones, lo habían convertido en cariño y respeto. Quizá el cansancio mutuo de tantos años de trabajo duro para sacar a sus hijos adelante tuvieron la culpa. La monotonía se apodero de ellos. Pero un día un grave error de ella al no cerrar su facebbok en su computadora dio lugar a esta historia.
Un día como tantos otros, al llegar cansado del trabajo, un buenas noches, un beso en la mejilla y ella se subió a la habitación a dormir. El se puso en el pc a mirar los deportes como todos los días, pero ese día fue distinto. Una ventanita debajo de la pantalla pestañeaba. grave error que cambiaria sus vidas. Entro en su face y descubrió que ella estaba manteniendo una relación con un chico de otro país, hasta incluso mirando los mensajes no borrados, que mantenía sexo por cam con el. Lejos de entrar en cólera, se sintió culpable y decidió luchar por ella con los mismos medios que ese chico y en el anonimato. Compro un lap top y aprovechando que tres noches a la semana a parte de su trabajo en la fabrica, hacia de guardia de seguridad en un aparcamiento.
Para volver a conquistarla. Se saco una cuenta en facebbok con nombre y fotos falsas y le pidió amistad, a la que ella no tardo en aceptar. Aquel chico no le duro más de dos asaltos, dada su juventud e inexperiencia.
Le descubrió la poesía con el poema veinte de Neruda y luego le seguirían, Lorca, machado, Benedetti… le escribía textos llenos de amor, relatos, romanzas, versos y hasta le mando un ramito de violetas. Que el al llegar a casa vio puesto en la mesa del salón, ni el pregunto ni ella dio explicaciones.los dos eran felices de aquella manera. El le venia diciendo que cuando hiciera el amor con su marido, pensara en el y así poco a poco, lo que era monótono y muy esporádico, se fue convirtiendo en pasional y mas frecuente. Ella alguna vez en el mayor éxtasis, pronunciaba el nombre de el, pero su marido hacia como que no lo oía.asi fueron pasando los días, hasta que el decidió de pedirle sexo por cam. Siempre que lo hacía con su marido era a oscuras y si no enseñaba la cara, ella no lo reconocería. Puso más luz en su garita, una sabana a la espalda para que ella no sospechara y así vino el primer encuentro por cam
Ella deseaba ese encuentro, ahora, más que nada en su vida, quería vivirlo como si fuera real. Que sus manos sintieran la piel de su amante virtual, que la piel de él se erizará. Empezaron timidamente, como cuando somos adolescentes y tenemos nuestras primeras experiencias con la sexualidad, avergonzados pero llenos de ganas. Se desnudaron. A él le gustó mucho la forma en que ella se quito el culotte delante de la cámara. Sus dedos empezaron a desfilar desde su boca, rozando sus labios, bajando por su cuello, deteniéndose, con fuego en sus pechos.  El veía sus pezones abultados, y se le antojaba morderlos, entretenerse en ellos con su lengua y sus dientes. Su pene crecía y sus ansías también.  
Ella seguía tocándose para él. Su mano llegó a su monte de Venus, húmedo, abierto, preparado para que su marido, su amante virtual desconocido, la hiciera suya y así él ser  ÉL.
Se penetró con sus dedos, jugó con su vello. Su clítoris gritaba, la hacía gemir. El la oía y se volvía loco, sus pasiones se despertaban, eran gigantes en busca de la flor de su deseo, su violeta prohibida. Sus cuerpos se estremecían, eran un juego de sombras y luces que la cam conseguiía, que fuera especial.
El notaba en su lanza, dura y suave, la boca de ella, sus labios la succionaban. Jamás había sentido tanto placer. El morbo de saber que era su mujer la que se lo comía, con tantas ganas, hizo que estallará. Los dos gemían, suspiraban, sentían... Pasaron los días y se iban haciendo mas frecuentes los encuentros. Al poco tiempo eran casi diarios, alternaban cam con encuentros conyugales. Ella se hizo de un pc portátil que mantenía escondido para que los encuentros fuesen en la cama de su dormitorio. Utilizaba juguetes, lencería, se fue convirtiendo en una diosa del sexo, tanto para su amante como para su marido. A su matrimonio volvieron los juegos, los mimos, los tequieros y los arrullos. Y un buen día al llegar el a casa después de haber mantenido el que seria su ultimo encuentro por cam. Subió al dormitorio y la encontró dormida, aun ataviada con el mismo corpiño, liguero y medias blancas con las  que el la había dejado hacia una hora, el portátil aun prendido y el consolador en su mano. Quiso salir e irse pero tanta belleza merecía una caricia, paso su mano por la mejilla apartando su pelo muy despacito (para que no despertara y se sintiera culpable, luego saldría y no llegaría hasta tarde para darle tiempo) acerco los labios a los suyos hasta sentir su aliento. De pronto ella abrió sus ojos y nada mas lejos de verse sorprendida, con una sonrisa cómplice le pasó el brazo por el cuello. Estaba fingiendo el sueño, lo supo desde el primer momento.
Acerco su boca al oído de su marido y le susurró Sé que eres tú. Esa frase hizo que su alma se regocijara y su deseo renaciera cual ave fénix. Sus ojos se miraron, y sus bocas, hoy más que nunca estaban sedientas el uno del otro. Sus lenguas se entrelazaron con ganas, furia. Se abrazaron con fuerza, queriendo no dejar de estar unidos. Sus cuerpos se frotaban intensamente. Ella quería imponerse, y vaya si lo hizo. El se dejaba hacer, sin dejar de hacer que ella, a momentos, se fuera sintiendo más salvaje. Empezó el viaje hacia la polla de su amante, de su marido, de su todo. Mientras, él, seguía jugando con su lengua y sus manos, que la envolvían como una tela de araña, suave. Al primer contacto de la punta de su lanza con la lengua de su mujer hizo que se sintiera único.
Sudaban deseo, se dejaban llevar por sus ganas de sentirse. Ella quería notar la fuerza en su interior, quería la polla de su marido dentro. En su boca, su vagina, su culo. Ansiaba llenarse de él, y él esa noche la complacería en todo. Cuando parecía que ya no podían más, él le dio la vuelta, arañó su espalda y la embistió con una mezcla de fuerza y delicadeza que hizo que ella tuviera su primer orgasmo. El seguía conteniéndose. Las sábanas los envolvían en sus movimientos, y sin separarse un milímetro, la lanza de su marido entró en su vagina, llenando todo su espacio. Seguían un ritmo desenfrenado. Rápido. Lento. Más rápido. Y así, los dos, siendo solo uno, se corrieron a la vez. Sus líquidos emanaron de ellos. Explotaron de placer… 
Y comieron perdices y vivieron felices

mis palabras se ahogan en un orgasmo exquisito


Me gusta despertar y que lo primero que vea sea a él, acostado boca arriba, con los brazos a los lados, las piernas extendidas y su cabeza ligeramente inclinada hacia mí.
Me gusta observar su perfil, sus ojos cerrados, su nariz un poco grande y recta, su piel blanca con un tono azulado por la barba que ha crecido durante la noche, sus labios rojos y carnosos, su cabello corto... Me gusta observarle cuando duerme, tranquilo, escuchar su respiración profunda y pausada.
Estoy acostada a su lado izquierdo, casi desnuda. Pego mis tetas a su brazo, siento como al contacto con su piel mis pezones  se aprietan frotándose contra su piel.
Elevo mi cara hasta la altura de su cuello, qué delicia sentir el calor de su cuerpo cuando acerco mi nariz y mi boca para introducirlas en ese espacio que se forma entre su hombro y su cabeza; comienzo a besarle despacio.
Se mueve, gira todo su cuerpo hacia el lado derecho, así que ahora me da la espalda, ya no puedo ver su rostro, pero sí su espalda, tersa, con algunos lunares. Beso cada uno de ellos con la punta de mi lengua, para que ahora, al abrazarlo, mis tetas sientan un poco de humedad.
Pego mi cuerpo al suyo,  mi mano izquierda está en mi entrepierna, apretando los labios de mi vagina, rozando mi clítoris; él aún está dormido, no ya tan profundamente como al principio, pero todavía dormido.
Quiero que despierte, que me lo haga. Dirijo mi mano hacia su pene, ¡qué sorpresa! ¡qué grato descubrimiento!, está duro, crecido... al tocarle, inmediatamente se gira hacia a mí. Estamos acostados de lado, uno frente a otro, abre los ojos, me sonríe y se acerca para besarme en la boca, mientras acaricia suavemente, sólo con dos dedos, mi vulva, cada vez más dura y húmeda.
Sus besos se intensifican, son más rápidos y ahora frota su lengua contra la mía, su respiración aumenta cada vez más, yo estoy jadeando levemente, pero se me escapa un gemido, casi un grito, cuando acerca su pene, cuando frota mi clítoris con su glande.
Estoy lubricada para recibirle, él lo sabe,  y me dice: "Súbete", se acuesta boca arriba, puedo ver su falo perfectamente erecto, duro, crecido y ansioso. Me siento sobre mis rodillas, frente a él, en el espacio que queda entre sus piernas abiertas, bajo mi cabeza, me acerco a su pene, no lo meto en mi boca, no todavía, primero paso mi lengua húmeda alrededor, sobre su glande, junto mis labios sobre la punta, los abro, los separo para metérmelo en la boca, poco a poco, simulando la apertura de mi labios vaginales cuando me penetra.
Está excitado. Aprieto con la mano izquierda la base de su miembro, mientras se lo chupo. Lo succiono, muevo mi cabeza de abajo hacia arriba y de arriba hacia abajo, primero lentamente, cada vez más rápido y cuando siento que está a punto de terminar, me lo saco.
Exhala entonces como si fuese un alivio para él. Insiste: "Súbete", su pene está duro, muy firme. Sigo en la misma posición, sobre mis rodillas, pero ahora con las piernas separadas, rodeando su cadera. Tomo su pene y lo froto en mis labios.
Esto le gusta, me lo dice: "Frótalo", su erección aumenta todavía más, puedo sentir en mi mano la tensión de su miembro, puedo sentir cómo se prepara para eyacular, pero no quiero que se corra sin habérmelo metido todo, desde la punta hasta la base, sin haberlo sentido por completo dentro de mí.
Nuevamente, cuando siento que está a punto de terminar, dejo de frotarlo y él exhala "No me hagas eso, o al menos avísame..."
Me gusta alargar el momento, extender el preludio... La piel de todo mi cuerpo está húmeda y caliente, pero sobre todo mi vulva comienza a dolerme, quiero que me penetre.
Me inclino hacia su rostro, le beso con ternura en la frente, en las cejas, los ojos, la nariz, la boca... Puedo sentir sus manos apretando mis tetas, levanto mi cara y comienza a besármelas. Mi cadera está a la altura de su pene, me muevo de manera tal que mi vulva roce la punta.
Ha dejado que sea yo quien dirija, pero ahora se impone: "Ya", a la vez que dice esto, toma mi cadera con ambas manos y con un movimiento fuerte me baja hasta su pene, me lo encaja, ensarta su falo en mi vagina, ha sido un poco brusco, pero me gusta porque refleja su ansiedad, su deseo por tenerme.
Me arranca un gemido que expresa mi placer al sentir su pene adentro, satisfaciéndose en mí.

- "¿Te gusta? ¿Disfrutas que te lo meta? Sigue moviéndote". 
- "Me gusta, me encanta sentirte dentro"
"Levántate". Esta vez ha sido él quien lo interrumpió, justo cuando siento que está a punto de terminar, a punto de venirse en mi vagina.
Estamos acostados uno junto al otro, él boca arriba, yo boca abajo, descansamos un minuto. Acerca su mano a mi coñito ansioso de ser ocupado por su pene.
Se acuesta de lado hacia mí, yo continúo boca abajo, nuestros ojos se encuentran, sonrío y mojo mis labios con mi lengua porque me está metiendo sus dedos en la vagina, cada vez más rápido. Se coloca detrás de mí y sin dejar de frotarme con su mano, cuando menos me lo espero, me penetra. No puedo evitar decirle: "Dámelo, cógeme, así, así, así"
Toma mi cadera con sus manos y me levanta, me mueve hacia delante, hacia atrás. "Más, más, más... me estoy corriendo...". Un orgasmo exquisito
Su aliento arañó sus mejillas. Sosteniéndole la mirada, sus manos pasaron con delicadeza por encima de sus pechos, deteniéndose por un segundo en sus pezones erectos. Y ella está tan exhausta que cree que no puede alcanzar otro orgasmo. -Levanta los brazos-, le pidió, y la despojó de la última prenda que cubría su pecho, sin que ella tuviera más remedio que obedecerle.
Aire frío. Piel caliente.
Sus manos sopesaron y moldearon sus pechos.
La sensación era demasiado intensa. Ella nunca habría imaginado que era posible desear a un hombre tan intensamente, cerró los ojos intentando atenuar la verdad

espíritu de un sueño


¿Recuerdas aquel día? al olor de mi silencio ibas sorteando mil anónimas siluetas hasta alzarte frente a mí. Tus ojos temblaban de soledad, de ternura, de deseo, de felicidad temida y de añoranza. El aire, que hasta entonces fue mi amante, quedaba perplejo al mirar aquella imagen. Habían pasado muchos meses con sus días y sus horas, con minutos ciegos de nostalgia, con instantes plenos de ansiedad por ver de nuevo aquellos ojos, por besar apenas esa boca y bañarme entera en tu sudor.

Tu cuerpo sinuoso avanzaba… yo me fui acercando hasta toparme con tu honor; en ese justo momento, tomaste mi cara entre sus manos con miradas fijas y anhelantes bañadas de corazón; rozaron tus labios mis labios y, poco a poco, tu boca se hizo dueña de mi boca hasta llegarme a enloquecer. Enervados por la pasión del momento decidimos subir al coche y enfilar hasta ese hotel más próximo.

No había caído aún la tarde y tan sólo unos kilómetros nos separaban de aquel diván que, como hogar improvisado, acogería por pocas horas nuestro amor.
 Tomamos rumbo certero a nuestra guarida; al entrar en él me abrazaste como nunca antes me abrazó nadie. ¡Deseaba tanto tenerte así, junto a mí, muy cerca! – dijiste -. Callé tu boca con el más dulce y mudo de mis besos y se detuvo el ascensor, fundidos continuamos hacia la, hasta entonces, fría e impersonal habitación.

Una vez en ella, mis ojos no dejaban de mirarte. Me parecía un milagro verte allí a un palmo de mi deseo, surgiendo vivo de entre mis sueños. Tu boca sonrió mirándome y rozó mi frente con sus labios. Sellaste con tiento mi boca y lentamente fuiste bajando para adornar mi cuello con tu olor; luego seguiste el camino que trazaba mi cuerpo… para seguir amándome. En tu descanso tomaste mis pechos y se hizo de nuevo la vida; te detuviste con el suave esmero de quien hace un alto en el camino para amamantar a un hijo, con todo el cariño de quien amortaja en su triste lecho al mejor amigo. Cerré mis ojos y sentí el calor de mi pecho en tus labios, en tu boca entera, en tu deliciosa boca. Súbitamente me tomaste en tus brazos para anidarme entre ellos mientras tu autista boca proseguía dulcemente navegando por rincones escondidos, tras su propia estela, con la curiosidad del peregrino que indaga el mejor camino.

Mi cuerpo y yo éramos felices de tenerte, de sentirte nuestro. A cada beso tuyo mi piel era más piel y aun... más piel te reclamaba. A cada caricia tuya más caminos se abrían, más se alzaban tus senderos y más los míos se hundían. Eras diestro en la difícil danza del amor y en sólo un instante mis rodillas, enemigas entre sí, buscaron al unísono el mismo sol para dejar así vía libre a tu pasión. El baile continuó fundiéndonos al son de un ritmo armonioso, creciente.

Más tarde, recobrando la lucidez perdida e inmersa en la absoluta calma que deja una tempestad de amor, quedé dormida en tu pecho reposando mi mano en tu vientre.

Aún entonces nos mecía la suave brisa que deja al bailar una diosa abrazada a su mismo dios.

Y que venga la noche


Regálame la humedad de tus besos,
Regálame la risa de tus ojos,
la tenue luz de tu sonrisa,
y el milagro de tu nombre
en mi boca.
el tibio manto de tu abrazo,
y el mar embravecido de tu cuerpo
junto al mío.

Regálame el amanecer de tus pasiones,
el espejo dónde se reflejan mis lluvias,
y mi inocencia hecha mujer
con tus caricias.
Regálame tu llama
y que venga la noche…

















un delicioso vicio en mis labios


Mi desayuno se ha cocinado a fuego lento esta noche, se ha cocinado entre manos expertas, caricias lentas y suaves, mimos de voz y alaridos de garganta.


Mi desayuno golpeó en la madrugada las puertas de mi cuerpo exigiendo servirse. Y yo, me lo bebí lento, saboreándolo con intensa lujuria.
Lo disfruté despacio, perfume por perfume, sabor a sabor, textura de texturas. Húmeda de placer y de lascivia hambrienta.

Y como me parece justo siempre ponderar lo bueno que se ha hecho, me acerqué al chef y lo miré a los ojos intensamente, le besé las manos con ternura y deseo inacabable, chupé sus dedos maestros para no desperdiciar un sólo sabor, acaricié su rostro mordiéndome los labios, dibujé con mi boca cada centímetro de su piel almizclada. Y me acerqué a su oído para pedirle entre gemidos un servicio de catering vitalicio.
Lo cotizo muy alto...
...y sonreí, porque puedo con el costo y porque sé que lo vale.
Sonreí, porque cada día será más valioso y aún así yo podré disfrutarlo.
Sonreí, porque mi única queja lo hizo sonreír...
-Tus desayunos tienen un problema, y no es menor, crean adicción y a los pocos minutos es imperativo repetir.-

Y sonreí también porque me dijo "que no tenía importancia, que él podía servirme cuanto quisiera, que yo sólo tenía que pedirlo."
Sonreí el tiempo exacto que tardó en besarme, y preparar mi boca para el próximo plato.
Luego dormí en sus brazos, y más tarde, cuando volví a despertar no pude evitar pedirle más...

ROMANZA DE LA MESONERA Y EL BODEGUERO ( por Derto Negrín Lopez)

Corrían los tiempos de nuestro señor Jesucristo de mil y doscientos y cincuenta. Nuestro santo monarca Fernando III reinaba en tierras de castilla. Yo bodeguero barrigón y casado, tenía una pequeña cantina en la que me sacaba mis maravedís, cerca de xauen, vendiendo vino a: moros, cristianos, herejes y santos. Qué a todos gustaba por igual. Un día pasó mi umbral La lozana andaluza, huyendo de las tropas de boabdil, desde el reino moro. Me quede prendado de sus ojos grandes y verdes como esmeraldas, verdes como la esperanza de algún día poder comer sus pezones, grandes y negros, que querían romper su blusa blanca por encima de su apretado corpiño, grandes senos y grandes muslos. Jamás nació mujer más fermosa en toda Híspalis. Me dijo que partía hacia xativa, a un lugar llamado benidarhin, donde sus padres regentaban un mesón e iba a hacerse cargo de el. Mesonera más fermosa nunca se vería en toda xativa. Iba acompañada de sus dos preciosos fijos.
Tan prendido quede de ella, que a su marcha, la di mis tres mejores palomas mensajeras, para mantener contacto. Una se llamaba face, la otra skipe y la tercera manolita como mi madre. Y así entre vuelos de ida y vuelta de palomas, nuestro amor fue creciendo cuan el inmenso cielo infinito. Y aquí nació esta romanza.
Romanza de la mesonera y el bodeguero.
Un día por mi puerta… entro Merlín el mago.
Por un caballo de fuego… vendí mi alma al diablo.
Ella la vendió a las meigas… que otro caballo le dieron.
Raudos corceles capaces…de cabalgar mil leguas pa un consuelo.
En un cruce de caminos… entre xauen y xativa
Quedamos los dos esa noche…esa noche tan ansiada.
En la madrugada había que ir y volver…para que sus fijos no lo notaran
Y yo en mis aposentos… antes de que el gallo cantara.
Si la bodeguera el ojo abriera…en su lecho no me encontrara.
A palos en las costillas… me molería con saña.
Bodeguera de a mas de cien kilos…gordo culo y gran espalda.
Que a gigantes, ogros y malandrines…a garrotazos de la bodega echaba.
En un lugar donde despeñan los perros… quedamos en una posada.
posa que con el pasar de los tiempos… la de pepe el facha se llamara.
Despeñaban perros… y si algún moro osaba.
Asomar el pescuezo… por esas tierras castellanas.
Se lo trataba como a un perro…y también se lo despeñaba.
Entramos en la alcoba… digna del mejor condestable de castilla.
Cama de madera y lienzos de seda… que de su palio caiban.
A la siniestra un gran espejo... a la diestra palancana.
Jarra llena con agua de rosas…para el coño de mi amada.
Desprendiose de su capa…corpiño, blusa blanca y falda.
Desatose el cordel de su corpiño… en cueros quedo mi lozana.
En cuclillas sobre el barreño...lavo su bosque con saña.
Pelos negros y rizados… del ombligo al culo le llegaban.
Pelos que al comer el mismo…se agarran en la garganta.
Yo me quite calzones…botas, camisa y calzas.
Amarillas y mal olientes… aunque en su momento blancas.
Lavo con dulzura mi falo… que facia un mes que no lavaba
Desde el día que al atravesar el rio… mi borrico me trepara
Comió con hambre mi sexo…a la vez que yo su raja.
Postura del seis y el nueve…quizá alla se inventara.
Chupaba sus grandes pezones… a la vez de penetrarla.
Subida en mi gran pene… mi amazona cabalgaba.
Cabalgo una y mil veces…hasta que nos cogió el alba.
Había que regresar raudos…para que no nos pillaran.
Pero todo fue inútil…porque al llegar a casa.
La bodeguera despierta…brazos en jarra, me esperaba.
La siniestra en los huevos apretaba…y en la diestra a mano alzada.
Garrote de matar gatos… que me lo partió en la espalda.
Como gato que trepa la olla…corrí hasta la cuadra.
Apareje a mi rucio… cogí carretera y manta.
Polvo, sudor y hambre…por los llanos de la mancha.
Me tope con un hidalgo…Alonso Quijano se llamaba.
Hidalgo de los de lanza en astillero… antigua adarga.
Rocín flaco y galgo corredor…don quijote de la mancha.
bautizóme como sancho…aunque Antonio me llamaba.
Pero me prometió una ínsula…para reinar con mi lozana.
No les canso mas con esta historia…ya que ha tres siglos nacerá.
Quien a vuestras mercedes… mis peripecias con el hidalgo contará.
Don miguel de cervantes Saavedra…quien después quedara manco.
En aquella gloriosa batalla…a la que llamaron la de Lepanto. 

me atrapas, me sientes, me besas

Me atrapas, me sientes, me besas,
robas las miradas
que se convierten en deseo,
tragas el calor
de mi aliento de fuego,
besas abajo,dulce y salado.
Humedo sendero
por donde camina el perverso
ardor que sienten mis entrañas
y la piel que ya está erizada.

Me aprietas, me abrazas, me acaricias,
siento el roce del ambulante eterno
convertido en ungüento a mi sexo enardecido.
Suspiros, leves y altos
por el cierre y abre de la translucida sensiblería.
Encantos de amores,
ya entregados, consumiendo los rastros de sudor, dejados...

Me absorbes, me lames, me muerdes,
no hay espacio en que los sentidos de tu lengua
en mi cuerpo no se hayan dejado.
Dejas derramar las gotas por el amplio sendero,
absorbes mi alma...

el espejo, mi soledad y yo

Anoche estuvimos juntas,
anoche le entregué mi cuerpo.

Mis manos recorrían mis adentros,
mientras saboreaban este encuentro.

El placer inundaba mi cuerpo,
nublaba mi mente
y me llevaba hasta el cielo.

Anoche estuvimos juntas:
la soledad y yo;
anoche me entregué al espejo.